Amo me ha ordenado esta noche comer en el suelo. He de ir acostumbrándome a ser una buena perra.
Pensaba que sería fácil, pero me ha costado. También me ha excitado mucho.
No el comer en el suelo en si, sino la sensación de sometimiento, de falta de control y del poder que ejerce mi amo sobre mí y mis hábitos cotidianos.
Mientras me comía mi tortilla de quesito, cortada en trozos para que fuese más cómodo y mi cerve fresquita, igualmente servida en un comedero, analizaba cada nueva sensación.
Estaba de rodillas sobre un pequeño cojín para no dañarme, con los codos apoyados en el suelo a ambos lados de mi cena, el pelo bien recogido en una coleta alta, sintiendo la presión del collar de perra cada vez que bajaba la cabeza a recoger un cachito más de tortilla... tenía que incorporarme ligeramente para poder tragar, era complicado, sobre todo al principio.
Me costaba mucho lamer la cerveza, metía la nariz en el comedero, y con la lengua apenas podía coger líquido. Tenía que sorber... al final encontré la manera. Dejé los dos platos limpios y relucientes. Así se lo hice saber a mi amo.
* Amo, tu perrita ha cenado muy bien, me costó un poco al principio, pero mejoraré. Gracias por la experiencia.
- Jeje.. buena chica. Debes practicar. La próxima vez me correré en tu comedero para que te lo bebas y quiero que no dejes ni una gota. Cenarás en el suelo toda esta semana.
* Si, amo.
- Así me gusta, ahora desnúdate y mastúrbate. Puedes correrte.
* Gracias amo, estoy empapada! jajaja! parece que a mi cuerpo también le gusta su nueva condición...
- Hasta mañana, princesa.
* Que descanses, Amo, te quiero...
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