Qué orden tan simple.
Tres palabras: Lame Mis Zapatos.
Siempre pensé que cuando un siervo, esclavo o sumiso besaba los zapatos a su Ama, lo hacía como una forma de marcar, como una instrucción. Sin placer ninguno. Se hace y ya está.
La verdad no esperaba esa orden de mi Amo.
Estábamos robándole unos minutos al reloj, nos habíamos escapado al almacén. Amo quería saciarse con su zorra. Aunque su zorra tenía mas hambre que él... jeje. Merendé mi premio y por buena zorra me gané su corrida.
Tengo una instrucción nueva. Mantener su leche en mi boca y dejarla abierta hasta que me de la orden de tragarla...
- Buena chica... - me dice, acariciando mi cabeza - Lame mis zapatos.
Lo miro curiosa... si, quiero probarlo, Amo. Gracias por pedirlo.
Nunca pensé que una sumisa lamiendo los zapatos de su amo se mojara tanto como yo lo hice aquella tarde. Qué placer tan inesperado y maravilloso, Amo mío...
Inclinarme a tus pies, notar en mi lengua el cuero de tus zapatos, las lengüetas de los cierres, las costuras del empeine... cada textura, el sabor del borde del zapato... el olor del calcetín a la altura del tobillo... todo se magnifica una vez que entra en contacto con mi boca. Beso despacio tus tobillos y limpio con todo el amor del mundo esos dos símbolos del poder que tienes sobre mi.
Me sentía completamente entregada a ti, mi Amo. No puedo ser más tuya. Fue una experiencia brutal... esta era la prueba que me faltaba para convencerme de que soy lo que soy, que lo llevo dentro, que necesito un amo que me guíe y que ese amo no puede se otro que tú.
Que me mires tan tierno... que me sonrías desde ahí arriba, mi Dueño, mi Amo, mi Señor... que me acaricies el pelo y me digas buena chica... me llena.
Vivo cada día por repetir ese momento.
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