fantasía VIII. Barbacoa




La perra hoy está nerviosa. Ha cumplido todas las instrucciones impuestas por su Amo a rajatabla. Lleva una semana dedicada a su cuerpo: Peluquería, depilación integral, manicura, pedicura y depuración interna. 

Y ahí estaba, frente a la puerta de un chalet desconocido, bajándose nerviosa la falda que su Amo ha elegido para ella. Demasiado corta para no llevar bragas. 

En su reloj marcan exactamente las cinco y media, así que llama al timbre y espera a que le abran. Tras unos segundos escucha reír a su Amo tras la puerta hablando con más personas mientras se acerca a abrir.

- Buenas tardes, puta. Puntual, como me gusta a mí.

Instintivamente la perra baja la vista al suelo, sonríe y le presenta la correa. El Amo se la coloca en el cuello y la hace pasar al jardín de la entrada del chalet. La lleva de la correa por el camino de pizarra hasta el jardín trasero, donde la gente ríe y charla despreocupada. No pasan de la decena, calcula ella viendo los pies que se le cruzan. El olor a brasas y a carne asada la pone en situación.

El Amo busca con la mirada a alguien, cuando lo encuentra sonríe.

- Carlos!! - Grita divertido - Te traje un regalito para merendar.

- No me jodas... ¿En serio? - Carlos se acerca a la perra, que sigue con la mirada dirigida al suelo - Es... lo que creo que es??? Buah, chaval, gracias, compañero - Abraza efusivo a José Ángel.

- Un placer. Feliz cumpleaños, cabrón - El Amo le pasa la correa a su colega, orgulloso. Muchos años de compañeros de trabajo y muchos favores que quiere saldar con aquel presente. 

- Joder... una piñata humana... me encanta.

La perra traga saliva. Una piñata... ?

- Dónde la colgamos... A ver, en el porche hay unas buenas vigas, traigo los anclajes y las cuerdas y lo vamos mirando?

- Bien, te la preparo mientras.

El Amo lleva a la perra al porche y coloca una mesa bajo la viga central, chasquea los dedos y ésta se sube obediente colocándose a cuatro patas. 

La gente curiosa va acercándose  a la zona del porche. Una mujer en biquini y con un pareo a la cadera, se dirije a José Ángel, los hielos del cubata tintinean tras cada paso acompasando el sonido del tacón en la pizarra del porche, parece que lo tuviese medido. Cuando llega a él pega su pecho al hombro y le susurra lasciva al oído.

- Así que ésta es tu perra... que guardadito te lo tenías... Habrá que usarla pronto. 

- Jajajaja! pues si, ésta es mi perra. Aunque me temo que habrá que esperar algún tiempo para volver a usarla tras el día que va a tener hoy - Acaricia el lomo de la perra y le propina un sonoro azote en una nalga - ¿Quieres empezar?

La mujer sonríe ilusionada. rodea la mesa con pasos lentos, midiendo, observando y sonriendo de puro sadismo. Finalmente le sube la faldita dejándole el culo expuesto y le observa el orificio anal. Saca un hielo de su cubata y sin dejar de mirar a José Ángel a los ojos se lo mete en la boca. Lo saca despacio y lo introduce en el culo de la perra.

José Ángel acusa el gesto con una sonrisa de medio lado.

- Hija de perra, como me excitas...

Ella ríe divertida. 

- Ya tengo todo! - Interrumpe el anfitrión llegando con una bolsa de deporte.

- Genial, empecemos. Necesito una escalera. 

Otro de los invitados va al cobertizo y echa una mano a José Ángel a colocar los útiles para la suspensión. Eslingas, grilletes, cadenas y el polipasto.

- Sheila, querida, me la vas desnudando?

- Claro, amor.

La perra va dejándose desnudar lentamente por aquella mujer desconocida. La cremallera de la falda... los botones de la camisa.... disfrutaba con el tacto de las manos femeninas, recorriendo su espalda, arañando suavemente con las largas uñas sus zonas erógenas. Cierra los ojos y se deja llevar por las sensaciones.

El Amo comienza a organizar las cuerdas, y una a una va atando a la perra con cariño, metódico, nudo por nudo. Cuando la tiene lista, parece un pavo a punto de entrar al horno. Las piernas encogidas y unidas a los brazos la mantienen abierta y expuesta.

Le engancha dos mosquetones en la espalda, uno a la altura de los hombros, otro a las caderas. 

Cuando la tiene segura y a punto de elevarla se agacha hasta su altura y la mira a los ojos.

- Bien, puta, estás preparada?

Ella lo mira cariñosa a los ojos y sonríe.

- Si, Amo.

- Tienes algo que decirme?

- Estoy muy feliz, gracias por cumplir mi fantasía, Amo.

- De nada, mi puta. Tienes claro la palabra de seguridad y el gesto?

Ella asiente.

- Pues vamos entonces. 

Comienza a accionar la cadena y poco a poco la va elevando. Retiran la mesa de debajo dejando a la perra colgada boca abajo a poco más de un metro. 

Carlos babea de pura excitación... 

- Madre mía...  No sé por dónde empezar.

José Ángel le ofrece una vara de bambú gruesa. Carlos sonríe aceptando la proposición. Agarra la vara y la sacude en el aire varias veces. 

Comienza acariciando la zona del culo con la vara, avisando a la perra de la zona a castigar. A golpecitos suaves y continuos consigue sacarle un pequeño gemido de dolor.

- Igual hay que taparle la boca, algún voluntario?

Otro de los invitados levanta la mano mientras se agarra el paquete por encima del bañador. José Ángel acciona la cadena hasta que la boca de la perra queda a la altura adecuada y en cuanto está listo le mete su polla hasta el fondo, agarrándola de la cola de caballo. 

- Así mejor, gracias. 

Carlos comienza a sacudir la vara impactando con dureza en el culo de la perra. Ella intenta asimilar las sensaciones, el dolor, la falta de aire... comienza a gemir y a apretar los puños. José Ángel no pierde de vista  ni sus manos ni su cara. 

- Alguno más quiere? 

Una mujer levanta la mano. 

- Quisiera comerme ese coñito húmedo...  - Sonríe tímida - Quisiera probar.  

- Claro! todo tuyo.

Coloca un pequeño taburete y al sentarse su cara le queda a la altura de los genitales de la piñata. Acaricia curiosa los labios mayores y juguetea con los dedos. Ríe y se emociona.

- Nunca había tocado uno! Está empapada! Es como tocar pimientos asados!!!

Los invitados ríen. Otra chica más joven se acerca.

- En serio? Puedo?

- Claro que sí - Responde José Ángel. Toda tuya.




Las dos mujeres empiezan a toquetear la vagina de la perra. Juguetean con las manos, prueban a morder, a lamer... a meter los dedos, a jugar con el clítoris, mientras Carlos sigue azotando con fuerza la espalda, la barriga y las tetas de la perra. 

El dolor comienza a hacerse visible, las marcas rojas de los golpes empiezan a aparecer y la perra resopla y aúlla entre cada embestida de la polla que entra y sale de su traquea.

- Veamos qué más hay por aquí... - José Ángel trastea en la bolsa de deporte y saca unas pinzas japonesas, una pala de madera, varios consoladores, un bote de lubricante y una antena de coche extensible. Los coloca sobre la mesa.- Más juguetes. Alguien quiere?

- Guau... yo! - Aventura otro de los invitados, cogiendo uno de los consoladores.

Lubrica bien el esfinter de la perra, introduciendo bien los dedos y poco a poco juguetea con el consolador. Lo va sacudiendo dentro y mete otro en su coño. Se juntan cuatro y le estimulan coño, culo y boca, mientras otro la azota con la antena por todo el cuerpo. Tras unos segundos intensos la perra comienza a temblar.

- Amo... permiso para correrme...

- No. Aguanta, puta

Ninguno de los cuatro baja el ritmo, un minuto.. dos... tres....

La perra llora y grita de impotencia, está al límite, 

- Por favor por favor Amoooo!... No puedo más!.

- Está bien, córrete.

La perra grita para soltar tensión mientras suelta un chorro de agua del coño, creando una explosión de risas y gritos de sorpresa. Cuando deja de convulsionar y recupera el aliento agradece al Amo. 

- Bien, perra, voy a descolgarte. 

Accionando de nuevo la cadena del polipasto va  colocando de nuevo a la perra encima de la mesa y poco a poco va soltando las cuerdas y desentumeciendo los músculos agarrotados hasta que vuelve la circulación. Cuando se recupera le ofrece en sus comederos agua y los restos y huesos de la barbacoa.  

- Come algo, te lo has ganado.

- Gracias, Amo.

- Cuando termines vas a mantenerte a cuatro patas sobre la mesita baja, vas a ser el desahogo de todos hasta que nos vayamos.

- Sí, Amo.

El resto de la velada lo pasan los invitados en la piscina, charlando y escuchando música, de vez en cuando alguno se acercaba a la mesita y desahogaba su morbo con la perra, bien a base de golpes o aliviando su apetito sexual o su curiosidad por probar prácticas: Jugar con comida, enemas de cerveza, usarla como plato... Todo lo que la imaginación morbosa (y los videos de porntube) pueda inventar.

Por la noche, ya de vuelta en la casa del Amo, en premio, la perra, tras una ducha calentita y una cena especial, el Amo le permitió dormir con él en su cama. 


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