Creo que he encontrado mi esencia como sumisa.
Supongo que las numerosas referencias que hago en el diario a la cultura japonesa, y en concreto a la figura de las Maiko revelan la tendencia de mi línea de aprendizaje como sumisa del Amo Sauron.
Si bien al principio mi papel de sumisa se centraba más en el plano sexual y masoquista, a medida que va pasando el tiempo interiorizo más la parte servil y de entrega espiritual.
Llevo tiempo queriendo escribir esta entrada en concreto. De hecho, la he escrito en mi cabeza cientos de veces, dándole forma y sentido a la gran revelación que me vino a raíz de un acontecimiento.
Me llegó al portátil una tarde de espera gracias a los algoritmos informáticos que inventan las cabezas pensantes de Netflix.
Sugerencias para Laura: Maiko-san Chi no Makanai-san
Coño! Y esto??
Y mi vida se congeló durante nueve capítulos.
Para los que aún no la han visto, Makanai-san es la historia de dos chicas, Sumire y Kiyo, de 15 años ambas, que viajan a Kioto para cumplir su sueño y convertirse en Maiko. Sus habilidades les llevan finalmente por caminos diferentes, pero siempre en el mismo sentido. Una continúa siendo aprendiz de Momoco, una afamada Maiko, y la otra como Makanai, cocinando para las chicas de la okiya.
Por supuesto, para entenderla en condiciones hay que verla en su idioma original (con sus inevitables subtítulos, de momento, aunque ya la he visto tantas veces que hay fragmentos que puedo verlos sólo en japonés).
Ya sólo escucharlas hablar me conmueve y me transporta a mi viaje al país del sol naciente, allá por el año 2005. Los pequeños giros de entonación del idioma, la complicidad infantil de las protagonistas y la seriedad y el respeto por cómo han tratado la serie me fascinaron desde la primera escena.
Pero lo que realmente me hizo explotar el cerebro fue precisamente el trabajo como makanai-san de la protagonista, kiyo. Se puede uno sentir unido desde lo más profundo de tu alma a un guiso?
Siempre he sentido el cocinar para alguien como un acto de placer que aúna lo cotidiano, lo más primitivo y lo ceremonial. Dar placer y hacer sentir emociones a quien disfruta de tu obra. Y es que yo lo veo así, una mezcla de sabores en su justa medida y unas texturas que crean pequeñas obras de arte efímero que transporta al comensal, conmueve y hace que se activen recuerdos en su interior.
Hay un antes y un después en mi vida de sumisa a partir de ver esta serie. He comprendido que se puede servir un cachito de uno mismo en un simple sandwich o un tartar de langostinos con aguacate. Solo hay que disfrutar de cada momento del cocinado, de los olores que desprenden los ingredientes y de cómo conseguir que cada elemento dé su mejor sabor, se integre y potencie a los demás elementos durante en el cocinado.
Da la casualidad de que además, en estos meses, el Amo ha decidido cuidarse y recuperar la musculatura que tenía de chaval, cuando competía en boxeo. (Es una de mis fantasías masoquistas, ser su saco de boxeo... Aaarrrr). Él va al gimnasio cada día y yo tengo el enorme privilegio de alimentarlo adecuadamente, según va necesitando comidas hipocalóicas o hiperprotéicas y alternando uno u otro régimen dependiendo de la actividad del día (de ésta me saco el máster en coaching alimentario para entrenamientos... jajajaja!)
He de reconocer que admiro su fuerza de voluntad, no sólo por el esfuerzo que supone perder tiempo de descanso (tiene turno de noche y duerme durante los ratitos que le dejan sus obligaciones familiares) en llevar el cuerpo al límite, además ha dejado el alcohol de golpe, y el primer mes hasta la sal. Y sólo bebe Acuarius sin azúcar. Increíble. Así que, mi forma de apoyar ese esfuerzo y su sacrificio, es aportando con lo que puedo en la cocina.
Ahora tardo un poquito más que antes en cocinar, dedico más tiempo en encontrar sabores que no le aburran, que sean curiosos y que, a pesar de no ser una hamburguesa o un chuletón con patatas fritas, tenga ganas de llegar al trabajo y abrir los tupper que le tengo preparados en la nevera del office.
Crema de espárragos, Brochetas de verduras asadas, ensaladas, pescados... Hasta compré plantas aromáticas, que cuido en mi terraza para tener siempre a mano. Voy a preguntarle esta tarde si me da permiso para colgar aquí sus dietas.
En fin. Que me voy por las ramas. Que soy oficialmente la puta de mi Amo y su chef particular. Y me hace tan feliz...
Gracias, mi dueño, por dejarme experimentar estas sensaciones.
Me quedo con un fragmento de la serie, donde Kiyo explica a Momoco por qué disfruta tanto de su trabajo como Makanai:
Tras prepararle un guiso de crema (Kurimushichu), Kiyo le sirve el plato a Momoko, ésta mira el plato y junta sus palmas inclinándose.
- Itadakimasu
Tras una primera cucharada, saborea y se yergue despacio, Kiyo la mira expectante, finalmente da su veredicto
- No es suficiente.
- El sabor??
- No, la ración
Kiyo se rie.
- No te preocupes, siempre hay más. - De pronto se le ocurre una gran idea - Para el segundo plato... Qué tal si le añado arroz, pongo queso encima y lo gratino..?
- Suena bien...
Kiyo vuelve a reir triunfante y corre a los fogones. Momoco sigue comiendo mientras pregunta:
- Parece que te estás divirtiendo. Hacer las comidas de la misma forma día tras día, Nunca te cansas?
Kiyo piensa su respuesta unos segundos.
- .... Camino por el mercado preguntándome qué hacer ese día, o tengo en cuenta la salud de todos y decido si la cena va a ser ligera o pesada.
- Ya.
- Incluso cuando compro pescado o verduras en la misma tienda, el sabor cambia un poco, según la temporada o el momento. Por eso, incluso usando la misma cantidad de condimentos, a veces sale un sabor inesperado. Por eso... Siempre digo "Hola, encantada de conocerte" antes de empezar a cocinar.
(Momoco piensa en voz alta y habla para sí)
- ... Encantada de conocerte... Un momento Ichi-go Ichi-e
- Ichi-go.... i chi go... Cítricos!! Tengo que comprar cítricos!! Cítricos!!! - Corre a la nevera a apuntar en un papel de la puerta - Gracias!
- Podrías ser mi competencia... - dice en voz baja, pensativa.
Me parece que voy a volver a verla. Ya me entraron ganas... jeje..
Amo, siempre te lo digo, y cada día por un motivo diferente. Simplemente existiendo en mi vida estás haciendo que descubra partes de mí que ni conocía. Nunca dejaré de estarte agradecida por ello.
Arigato gozaimasu
Fuente de imagen, Japan and more. Enlace clicando sobre ella
No hay comentarios:
Publicar un comentario