Ganarse el Valhalla II



Los siguientes días fueron más tranquilos. Volvimos a nuestra rutina, de charlas, cena y lo que mejor se me da en el mundo. Satisfacer a mi Amo mientras disfruta de su serie.





Últimamente está haciéndome comerle la polla más despacio. Cosa que agradezco enormemente porque tarda más en llegar a su orgasmo y así se me alarga el disfrute. Creo que es, con diferencia, la práctica en la que, obviando el placer físico, más me siento de su propiedad y la que más me llena a nivel emocional. Por supuesto, en nuestra relación el dolor es básico, igual que las buenas conversaciones y las risas (nos reímos mucho juntos), pero cuando Amo dice: “ven, puta y haz tu trabajo” siento una extraña felicidad que no puedo comparar con nada. Como una demostración de mi esfuerzo por servir y cuidar de él. 


Una de las fantasías recurrentes, aunque soy consciente de que es completamente irrealizable, es estar entre los compañeros de trabajo, de charlas y risas y que Amo, sin venir a cuento ni tener un por qué, chasquee los dedos, y ahí mismo me coloque de rodillas y le coma la polla delante de todos. Evidentemente todos seguirían con la conversación como si nada, dejándome hacer mi trabajo sirviendo a mi Amo (Esa es, precisamente, la parte en la que veo que es irrealizable, que el resto de la gente siga a lo suyo).

Ahora nos hemos enganchado a Vikingos. Bueno, Amo se ha enganchado, yo voy puenteando capítulos según lo requiere el tiempo que comparto con él. De vez en cuando no me queda más remedio que preguntarle quién es tal o cual personaje... Si ya es complicado seguirlos, que se llaman todos igual, imagina que desde mi sitio, en el suelo, se ve la pantalla como en negativo... y la mitad de los detalles se me pasan. Pero Amo es un sol y me explica todo siempre que le pregunto... gracias. La verdad es que, sorprendentemente, me está gustando mucho la serie. Y no sólo por la trama, que también, sino por la vida interna de los personajes. Siento que comparto muchas cosas de la vida vikinga. Evidentemente salvando las distancias históricas y las tecnologías, pero la dureza de la gente, el esfuerzo por conseguir sus objetivos. La lucha por seguir viviendo y mantenerse. Los valores... no sé. Algo tienen que me inquieta y me provoca admiración.


Precisamente me gusta sentirme identificada por las esclavas y las criadas. El cómo sirven, cómo actúan, cómo son tratadas. Me llamó mucho la atención también que introdujeran una relación BDSM, curioso... quién sabe si realmente existiría como tal, o simplemente veían placer en el dolor. A ver, si yo lo tengo, debe ser algo común en el ser humano... no? En una de las escenas de sadomasoquismo explican la importancia del permiso, del parar, del disfrute con los azotes del látigo... Por supuesto, la mazmorra... Ains... quién tuviera pasta para tener una de esas. 

Hay un artículo sobre el sexo en la sociedad vikinga (Pincha para ver)

El caso es que, volviendo al tema de mi disfrute como sierva sexual, hubo un detalle que me gustaría escribir, porque me excitó muchísimo.

En un momento de la noche del domingo, tras una cena riquísima de cabezas de langostinos (Adoro las cabezas, Amo no las quiere y me las deja a mí), mientras veíamos un capítulo más, se levantó decidido.

-Dale a la pausa y sígueme, voy a follarte - Y se va.

Ni que decir tiene que me levanté del suelo como con un resorte y le seguí. Empecé a caminar detrás de él. Se dio cuenta de que iba descalza y me hizo volver a ponerme los zapatos. Vaaaale, tenía razón. El suelo está lleno de escombro y puede ser peligroso.

El caso es que estuve siguiendo a Amo por los pasillos y escaleras del centro, rodeando paredes derruidas, enormes huecos de futuros ascensores... Dios, lo que habría dado por que me llevase de la correa. 

Iba detrás de él, en silencio, tranquila, sin saber a dónde íbamos, hasta que llegamos al rinconcito de una estancia enmoquetada con un montón de plantas por el suelo y un pequeño sofá. Parece ser que ahí es donde han llevado todas las plantas de los despachos que están de obras y de vez en cuando se acercan a echarles agua. 

Me hizo desnudarme e inclinarme de pie apoyando la cara en el asiento del sofá y me abrió las piernas. Intenté exponer lo más posible mis genitales para facilitarle al Amo el trabajo, y en aquella postura me folló muy duro durante un buen rato.


Apenas podía respirar, tenía la cara hundida entre los cojines y mi propio pelo y cuando cogía aire se me metía en la boca, de vez en cuando Amo me palmeaba fuerte la parte más alta de mi trasero, casi en la espalda, provocándome un picor caliente que me subía por la columna. Así aguante como pude las embestidas hasta que me empezó a venirme un placer familiar... Pedí permiso al Amo, quien me lo denegó hasta tres veces (al menos eso intuí, puesto que con mis propios gemidos y mi cara hundida escuchaba fatal). Cuando al fin creí escuchar “córrete” me dejé llevar, esta vez sin eyacular claro, si no, la moqueta habría salido mal parada.

Luego, Amo me hizo sentarme en el sofá y abrir mis piernas sujetándome las corvas con las manos, obedecí al instante, adoro ver la cara de amo sádico que pone mientras me folla duro.

Cuando se cansó de aquella postura me colocó de pie y me abofeteó varias veces, antes de sentarse y darme la orden de comerle la polla. 

Inconsciente de mí, con la inercia y la tensión del momento me la metí en la boca con demasiada ansia, lo que provocó su enfado y descargó en mis mejillas dos fuertes guantazos por mi poco cuidado.

- Despacio, puta!

- Lo siento, Amo.

Vuelvo a intentar meterme de nuevo la polla cuando recibo un golpe en la cabeza.

- Te tengo que explicar a estas alturas???

Cierto... qué error, humedezco mis pulgares con la lengua y elevo mis brazos a su pecho. Ahora sí, con los pulgares mojados jugando en sus pezones abro la boca y lentamente me introduzco la polla hasta el fondo. Amo suelta un suspiro y se recuesta en el sofá, abriendo bien las piernas y facilitándome el acceso a toda su zona perineal. Me ordenó lamerle los huevos, masajearlos mientras chupaba, todo con una tranquilidad y un relax que me estaban resultando super placenteros.

Ni sé el tiempo que estuvimos así, yo pillé la cadencia de las subidas y bajadas de mi cabeza, y cada tres o cuatro movimientos cortos bajaba completamente hasta tocar con los labios su ingle, y la mantenía dentro mientras con el fondo de la lengua hacía el movimiento de tragar, lo que me provocaba unas tremendas arcadas, y algún que otro susto, que tuve que devolver al estomago rápidamente. Suerte que aún no había digerido la cena, apenas sabía ácido y que tenía poca cantidad de carne dentro. Bueno, que me pierdo. Lo que me gustó de aquella situación fue notar al Amo satisfecho como hacía tiempo no lo sentía. Verlo recostado, desnudo, cómodo, recibiendo una larga mamada de su puta, me aventuro a decir que fue feliz en aquel momento. Al menos eso me transmitió. Sin sacudidas, sin acelerones... sin violencia, se dejó llevar por mis movimientos hasta que se vació en mi boca.

- Traga, puta.

Tras componerle el uniforme eché un par de cacharrines de agua a las plantas y desandamos en silencio el camino de vuelta, arrepintiéndome una vez más de no tener a mano una correa que enganchar a la argolla de mi collar.

De nuevo en el suelo, junto a la silla de Amo, abrazada a su pierna, reactivamos el capítulo que se quedó a la mitad. Tras terminar éste, la palmada de rigor.

- Vamos, Laura. Ya está bien por hoy. A casita derecho y sin torcerse.

- Sí, Amo.

- Ya no vuelvo hasta el jueves. A portarse bien.

- Claro! Descansa, tesoro... Te quiero.

- Más te vale.


Y tras un último beso calentito me despido de él y marcho a casa. Feliz como una perra, y con la cabeza puesta en mi próxima correa...




Ganarse el Valhalla I

Quien espera lo mucho espera lo poco. Una frase que llevo grabada a fuego desde que estoy con Amo, acabo de descubrir que es de García Márquez. De El coronel no tiene quien le escriba.

Ha merecido la pena la espera? Por supuesto, he tenido el mejor premio que una perra puede desear. Los mejores cuatro días con su Amo.

 

Tengo que rebuscar en el diario el ultimo día que Amo y yo tuvimos una sesión... Bueno. El penúltimo, el último fue el jueves.

 

Amo tenía hambre, y no sólo de cena.

 

- Que vas a cocinarme rico para la cena del jueves?

* Había pensado hacerte una pizza enrollada.

- Eso es un burrito, puta.

* Jajaja! Vale. Pues un burrito/pizza, con carne, tomate, orégano y mogollón de queso.

- Bien. Te quiero gótica el jueves.

* Sí, Amo.

 -Pelo negro, maquillaje uñas y labios negros.

* Sí, Amo.

- Y ojos como Cleopatra. Y lleva herramientas. Voy a ponerte fina. Vas a chillar como una perra.

* Gracias, Amo.

- De nada, te lo mereces por puta. Que sólo vales para follar, cerda.

* Lo sé Amo. Intento siempre ser la mejor para ti.

- Más te vale. Aun no me he decidido dónde voy a correrme.

* Jajaja! Donde tú quieras, Amo.

- Bien, puta. Esmérate. Nos vemos el jueves.

 

El centro sigue de obras. Paredes y suelos están levantados, los cables cuelgan, las piedras y ladrillos marcan por dónde no pasar. Entre mantas y plásticos, el rinconcito donde Amo trabaja y estamos juntos.

Llegué a la hora acordada. Me despachó rápido, no sin antes calentarme con un largo beso de aprobación por mi look.

- Baja al almacén, prepara lo que tengas y me avisas cuando estés lista.

Creo que aquel lugar era el único que no tenía escombros. Por suerte la mesa grande seguía ahí. Y vacía. Buen lugar para disponer todo.

Fui colocando todas las herramientas: La manguera de incendios, dos varas: la de madera y la flecha, tres palas: la pequeña de madera, la que le hice a Amo, con su nombre tallado en élfico y la de goma que me regaló el señor Jota, con una cara de chinchetas. Varios plugs, lubricante, las muñequeras de cuero con las argollas y la cinta para los ojos. Ah, y la mordaza de polla que me regaló el señor AOP con la que llevo practicando unas semanas.

Esta vez no incluí las pinzas en los pezones. Acaban de ponerme los aritos y se están curando. Así que tortura de tetas... Tendré que esperar.

 

Me desnudé y coloqué el torso sobre la misma mesa exponiendo mi culo y abriendo las piernas. Alcanzo el móvil y escribo un mensaje:

* Amo, estoy lista,  cuenta un minuto y ven.

Ahí mi cerebro hizo click y dejé de pensar... A partir de ahora te paso el mando, Amo.





Tenía pánico a haber perdido mi umbral del dolor, tanto tiempo sin un azote... hasta que probé la primera palmada de Amo.

Nada

Me dio otra más fuerte...

Nada

Creo que se picó, porque la tercera ya fue con una pala... ahí sí que gruñí. No noté diferencia entre las dos (me refiero a las palas de madera). No sé en qué momento una dio paso a la otra. No se si  golpeaba con diferentes intensidades o con herramientas distintas.

- Cuántos quieres... ? (Ya empezamos)

- Treinta y siete (el tres por cada año juntos y el siete por los meses)

- ¿¿Treinta y siete?? O siete.

- ¡Yo qué sé! Siete - Casi me río.

- Cuenta.

Ahí se me pasaron las ganas de reírme. Comenzó a repartir palazos por la gran superficie de mi culo y la parte baja de las piernas. Diooos... como pica ahí.

Me sorprendió escucharme. El sitio tenía bastante eco y mis gritos eran muy agudos! No me imaginaba que gritaría así...

Fueron siete azotes con cada cacharro. Excepto con una de las palas... creo, que llegó a once. Cuando tras el séptimo siguió golpeando seguido me asusté y me enfadé. Los gritos sonaban cabreados como si intentase decirle ¿¿¿¿¿Pero por qué????????

Recuerdo que entre golpe y golpe me masturbó varias veces con los plugs... Cada vez que sacudía con energía uno de esos bichitos del demonio dentro de mí me llegaba un orgasmo. Suerte que el almacén tenía suelo de granito, así que me pude dejar llevar y me corrí a gusto con cada uno.

Llegué a contar cinco... Amo, cuántos fueron? Era horrible... Solo lloraba por favor... por favor... Déjame correrme...

Las varas... me encantan. El picor es más ácido... como punzadas intensas. Las primeras apenas las noto, sobre todo si me estoy reponiendo de un orgasmo... Son tantas las ganas de mi cerebro por descansar que ni da la orden de doler. Eso sí, el tercero y cuarto varazo llegan con el recuerdo de los primeros... y ahí sí que escuece.

Agradecí que no me atase a las patas de la mesa... porque cuando sentía mucho dolor me acababa poniendo de pie y agachándome para ganar tiempo y recuperarme.

En algún momento recuerdo que intentó ponerme la mordaza, pero en cuanto empujaba un poco y el dildo de plástico rígido entraba más allá de mi campanilla, me daban unas arcadas tan intensas que Amo decidió no seguir. La colocó vertical sobre la mesa bajo mi boca y me empujó la cabeza. Entendí que quería que bajase hasta mi límite y la mantuve ahí mientras siguió golpeando mi trasero con fuerza.

He de decir que hoy me acuerdo de los golpes  porque veo las marcas, y en este caso se agradece tener el culo grande porque hay sitio para todas jajaja!! Me encanta mirármelas. Son muy diferentes, Las de las palas son dos marcas concéntricas circulares: la del centro roja y la de fuera morada, Las de las varas dos líneas pegaditas rojo carmesí y un óvalo morado negruzco alrededor. Los pinchitos de sangre seca regulares de la pala de goma con chinchetas. Las alargadas con un filo morado los de la manguera... En fin. Que llevo unos días con el culo como un pollock jajaja!!



Excuso decir que ni el maquillaje ni mi super look gótico se mantuvieron intactos durante la sesión. Igual es parte del encanto el desconfigurar mi rostro y que los chorretones negros del maquillaje anden a sus anchas por donde les venga en gana... 

Espero que te guste, Amo, porque entre las manchas, las babas, las lágrimas y los mocos mi cara sí que parecía gótica.

Tras la brutal azotaina y los orgasmos, mi buena dosis de guantazos... Me hizo levantarme de la mesa y me colocó de pie frente a él.  Comenzó a abofetear mi cara con fuerza, pero aguante feliz y caliente. Sé que es una zona delicada, pero cada vez me gustan más. Si por mi fuera estaría con la cara morada todos los días... cachis.

Una vez paró de golpear, e intuyendo que ya estaría cansado, decidí quitarme el sujetador y lucir mis aún frescos aritos en los pezones, que Amo lamió con todo el amor del mundo. Gracias.

Me dejó ahí de pie, desnuda, descompuesta y marchó al sofá del fondo.

- Ponte de cuatro, perrea pa mí, zorra.

Obedecí, y fui gateando hasta donde me esperaba mi Amo con las piernas abiertas y la camiseta subida. A sus pezones... muero por lamer sus pezones. Los tiene sensibles y le excita mucho que se los acaricie con la lengua.

Me adelanté, aun a riesgo de ganarme una ostia y comencé a quitarle despacio el cinto y sacar mi premio. Mientras seguía lamiendo un pezón, con la mano agarré mi teta y despacito, porque aún dolía mucho, fui paseando mi arito del pezón por su glande. La reacción no se hizo esperar.

- Uuuuh... Que rico puta... Escupe.

Obedecí y mientras seguía con aquel masaje dejé caer una baba, lo que suavizó la caricia y excitó sobremanera al Amo.

- Joder, puta. Chúpame la polla.

Sonreí victoriosa... Verás cuando se me curen la de cosas que vamos a poder hacer.

Humedecí mis pulgares y los llevé a los pezones de Amo, mientras me metía mi premio despacio en la boca. Hasta el fondo.

Finalmente, tras una riquísima mamada digna de mi Amo, se corrió en mi boca. Como siempre, la mantuve hasta que dio la siguiente orden.

- Traga.

Mientras estaba en el suelo recuperándome, Amo se compuso el uniforme y tras ordenarme limpiar y prepararle la cena se marchó. Ahí vi el enorme charco que había provocado con los squirt... ya me vale.

 

A los pocos minutos, ya recompuesta y con la cara lavada subí a servirle la cena y una cerves fresquitas a Amo, que se encontraba en su puesto viendo la serie de Vikingos.

Me costo la vida sentarme en el suelo aquella noche. Iba alternado posturas para aliviar los cachetes, pero no había manera. Cada movimiento iba seguido de un gruñido o un quejido. Amo me miraba y se reía... Yo también. Estaba disfrutando como en mi vida. Acabé abrazada a su pierna, con la cabeza en su rodilla... Viendo la serie y más feliz que una perra con dos colas.



.....

(Continúa)

Crucé la linea. Lo jodí todo

Aún ahora. Dos días después, sigo sin explicarme qué mierda pasó por mi cabeza para hacer aquello. 

Pero ya está hecho. Ocurrió y ya no hay vuelta atrás. 

Crucé la línea y herí a alguien a quien quiero mucho. 

Era una tarde divertida, risas y juegos, bromas, jaleos y comilonas... hacía tiempo que no nos veíamos, y si, el espacio era reducido, pero nos apañábamos. 

La verdad, no sé exactamente el momento en que empecé a saturarme. Ya estábamos recogiendo para irnos. Estaba muy cansada, mi primer día de vacaciones tras un mes terrible de trabajo. Las bromas dejaron de hacerme gracia. Los piques no me eran divertidos... No pillaba los dobles sentidos ni los giros de vacile. Y en una de las risas me pilló de lado y con la mano abierta y le solté un azote en el culo a una amiga. Además sonriendo. Ahi lo tienes. PLAS! Por tocapelotas. Y me quede más ancha que larga. De esos azotes que das a gusto, que pican, pero que molan. Que te provocan un respingo y sueltas un Ay! 

Claro. Para mí. 

Cuando fui consciente de lo que acababa de hacer era demasiado tarde. Le había dado un azote a alguien a quien no sé si le gustan. A alguien con quien no he consensuado nada, y a quien había calibrado a ojo por cómo jugaba con los críos.  Lejos de conseguir el efecto deseado, cuando volví a disculparme, me la encuentro con la lágrima en el ojo.

- Me has hecho muchísimo daño! 

- Que dices? Ostia, perdóname.

- No, perdóname tu. No sabía que te había ofendido- Ahí rompió a llorar.

Me derrumbé. Qué cojones había hecho? Yo también comencé a llorar. De pronto me había convertido en un monstruo. En una maltratadora. En una abusadora. Y lo peor... Ella era la que me estaba pidiendo perdón a mí cuando no había hecho nada para ofenderme.

No sabía cómo arreglar aquello. Me deshice en mil perdones... intenté excusarme... Mi hermano me miraba como si estuviera enferma... y me planteé que igual tenía razón.

Nunca había cruzado la línea. Ellos saben de mi vida como arween, conocen mis tendencias masoquistas. Pero apenas hablamos del tema y jamas, jamás les he planteado ningún juego. Según mi hermano, el nivel con que le dí superaba de lejos lo tolerable. 

- Tu me das uno así y te parto la cara. Me dijo en un momento. 

Quería morirme. Solo llorábamos las dos... Algo valioso había roto sin ser consciente. Y estaba muerta de miedo por haber jodido mi relación con ellos. 

Me merezco que no vuelvan a hablarme en la vida. No existe excusa. Eso no se hace.

Al final ella marchó a casa... entre abrazos y besos... Me perdonó, aunque yo se que algo así no se perdona nunca, Ya no será la misma conmigo, ya temerá provocarme o gastarme bromas. Y me lo merezco por violenta y por desmesurada. Siempre lo digo. Soy como un oso jugando con ratones. No mido el juego. Mi familia lo sabe. Ella ahora también, me temo.


Si sirve de algo, Te quiero muchísimo. Nunca quise herirte. Eres una persona a quien admiro y de la que me siento orgullosa por formar parte de mi gente. Alguien de quien aprender.


Una vez más... siento haber cruzado la linea.




P.D. 
Escribo esto unas semanas después. Tuve una conversación con ella. Conseguimos reconciliarnos. Por supuesto reconocí mi y terrible error y juré no volver a tocarla.

Te quiero mucho. Gracias por ser tan buena gente.